Cuando menos se espera una señal de entrega y apoyo, cuando se derrumba la mente y se debilita la voluntad, puede surgir, como de la nada, alguien que esté dispuesto a apoyar, a tender una mano cómplice que apacigüe los nervios que la agarrotan. Esa “sombra silenciosa”, que bien pudiera ser no percibida a diario, siendo inexistente para los ojos, ni posicionada como cercana, y que cuando un problema acucia sale a favor de una sutil protección, se convierte en consuelo y descarga para unas espaldas que se vuelven frágiles al cargar continuamente con el peso de los problemas diarios. No siempre estamos en disposición para comunicar abiertamente cómo nos sentimos, cuál es el momento por el que atravesamos, y quizá lo hagamos para no provocar excesivos agobios en los demás, por lo que frases que pudiéramos comunicar con cierta naturalidad, se duermen en el pensamiento a la espera de ser visionadas, o comprendidas, por esa “sombra amiga”: “Ayúdame”. “Te necesito”. “Atravieso un mal momento”. “Escúchame”. “Indaga en mis preocupaciones”. “Llámame”.
A título personal, como terapeuta ocupacional, tengo la suerte de poder acercarme a quien estima cierta ayuda, como cuando la presión de una angustia impulsa a llamar la atención de una “ayuda exterior”. Una frase de consuelo, de compresión y una mano a la que aferrarse, son apoyos precisos que permiten continuar con el ritmo que la vida impone y afianzarse en la necesidad de salir adelante.
El ser humano, como tal, es un ser individual, pero demasiado tiempo en solitario puede hacer sentir excesiva soledad. Ocupar espacios de soledad, cuando éstos no son esenciales, con cimientos como son la amistad, el amor, la familia, o el compañerismo, etc, permitirá llenar ésos huecos de agradable compañía. La “sombra silenciosa” siempre ronda a nuestro alrededor. Tan solo hay que mirar con atención para saber que existe.
Quiero agradecer, desde el Blog de Aura, a quienes en algún momento de la vida, otorgando humanidad, han acudido a una llamada de auxilio, han consolado solitarios lamentos, o han acompañado a una soledad.
A título personal, como terapeuta ocupacional, tengo la suerte de poder acercarme a quien estima cierta ayuda, como cuando la presión de una angustia impulsa a llamar la atención de una “ayuda exterior”. Una frase de consuelo, de compresión y una mano a la que aferrarse, son apoyos precisos que permiten continuar con el ritmo que la vida impone y afianzarse en la necesidad de salir adelante.
El ser humano, como tal, es un ser individual, pero demasiado tiempo en solitario puede hacer sentir excesiva soledad. Ocupar espacios de soledad, cuando éstos no son esenciales, con cimientos como son la amistad, el amor, la familia, o el compañerismo, etc, permitirá llenar ésos huecos de agradable compañía. La “sombra silenciosa” siempre ronda a nuestro alrededor. Tan solo hay que mirar con atención para saber que existe.
Quiero agradecer, desde el Blog de Aura, a quienes en algún momento de la vida, otorgando humanidad, han acudido a una llamada de auxilio, han consolado solitarios lamentos, o han acompañado a una soledad.
No recurramos a la pereza cuando haya que ayudar o acercarse a quien lo necesita.
QUE RAZON TIENES, YO SIEMPRE DIGO QUE TODOS ESTAMOS DISPUESTOS PARA IR DE FIESTA,PERO PARA IR DE ENTIERRO ES MAS DIFICIL Y ES CUANDO MAS SE NECESITA LA COMPAÑIA AMIGA.BESOS
Comparto tú opinión, Mayte . Hay quienes se esconden para no esforzarse en ayudar, y quienes dan la cara para ofrecer lo que tienen. La cara y la cruz siempre están presentes en la moneda de la vida.
Menos mal que hay grandes amistades que están dispuestas a dar la mano en cualquier momento. Gracias por tu comentario, AMIGA.