Un buen almacén…

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Un buen almacén…

 

Es curiosa la forma en la que solemos acumular aquello que definimos como justo y necesario, o también “lo desechable”. Tendemos a creer que más vale guardar todo, aunque solo sea un trasto, que tirarlo, “por si acaso”, por lo que pueda pasar.
El ser humano amontona en su conciencia tesoros y/o estorbos que sirven para parchear situaciones cotidianas puntuales; un mecanismo que supone un claro reflejo de lo que hacemos en la vida real: trasteros repletos de muebles viejos, alfombras sin usar, maletas esperando viajar, sillas medio rotas, y juguetes de nuestros niños guardados en cajas de cartón para cuando éstos tengan niños; es decir, “rellenos” de un habitáculo que ha de ser ocupado por aquello que “no requerimos de momento”.
…Almacenes de la vida, almacenes del alma: hay huecos esperando a ser ocupados por emociones útiles, y no sentimientos encontrados que no nos benefician para nada…
Curiosamente cuanto más tenemos a nivel material, de más escaseamos en terrenos emocionales: carencias afectivas, personales, disfrazadas por el vil consumismo. Hay quienes aseguran que frente a un estado de ánimo “bajo”, una “compra” puede hacernos sentir mejor. Recurrimos a lo externo, como remedio rápido, y no nos encargamos de lo que verdaderamente requiere atención: nuestro estado emocional.
No malgastemos el tiempo en llenar las arcas del materialismo con elementos inútiles que empobrecen el alma y que agujerean los bolsillos, y llenemos espacios vacíos con experiencias personales y buenos propósitos. En época de crisis intentemos ahorrar en gastos innecesarios, y no escatimemos en la atención que requieren nuestras carencias afectivas para rellenar huecos mentales con posibles “felicidades”.

El almacén ya lo tenemos; solo hace falta saber distribuir bien cada uno de sus espacios…

 

Pilar Cruz Gonzalez

Acerca de Pilo Cruz

No me gusta complicar lo que considero sencillo. Estoy en perpétuo estado de aprendizaje. Aún tengo muchos sueños por cumplir, y disfruto de los que ya soñé cuando anduve despierta. Aprendo cada día mirando a los ojos de quien me mira, escuchando palabras no habladas por mi, y sintiendo el sentir de los demás. Soy un aprendiz de la vida...

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