Hay verdades a las que protege el silencio, y mentiras a quienes la imprudencia delata.
Guardo lo que siento muy mío…lo protege el caparazón de mi espíritu. Allí reposará tranquilo, bajo mi cariño.
Las vivencias de lo aprendido, de lo sentido, son latidos que susurran incesantes en el corazón.
Hay experiencias maravillosas, pasos vitales que se han almidonado bajo el manto de las emociones, que han surgido de la nada para permanecer en nosotros una eternidad…
Situaciones que solo nuestra percepción es capaz de comprender, de sentir…Cosas que no se debe apropiar el viento…Bondades que guardamos para nuestra paz, lo que sacamos del baúl de los recuerdos para seguir recordando…
Son verdades cómplices del tiempo de nuestro pensamiento, que solo entiende nuestra razón…que en boca de otros son susurros esquivos que se desvanecen en el sonido de cualquier palabra oída.
No han de ser penas…Son alegrías recubiertas de instantes silentes
Son sueños de realidades pasadas que tiñen de caricias mi alma…
Son verdades que no se evaporan, que perduran con el tiempo de la vida, con la memoria de lo que antaño sentí…dándoles calor en la palma de mi mano para que jamás sientan frío.
Si las callé fue porque quisieron esconderse bajo la coraza de mi promesa, con el calor de mi sigilo, como tesoro que perdura en mis sueños.
Desaparezco con ellos cuando evoco sus sensaciones…
Son momentos únicos que se almacenan con cautela, que brillan como luz que un día fueron, como antorcha que sigue encendiendo cada uno de mis sentidos.