De padre a hijo…De abuelo a nieto…
(Cuando nos hacemos “mayores”, el sonido de nuestro corazón es quien sabe hablar con naturalidad. Escuchémosle, y pongamos atención a cuanto necesita decir. Esta reflexión es mi personal homenaje a mis 4 padres (Pili y Julio, Carmen y Julio), y a mis abuelos. Gracias por ser como sois, por el amor que siempre nos dais, por vuestra dedicación y vuestro apoyo. Sois verdaderos MAESTROS para todos nosotros).
“Querido hijo…
Gracias por quererme desde la ternura, con tu corazón. Es lo que mejor puedes darme, lo que realmente necesito.
Sé que respetas mis decisiones y no me juzgas, aunque no estés de acuerdo conmigo. Sé también que ejercitas tu paciencia conmigo porque ahora necesito de otro tipo de «tiempos». Soy consciente de ello y me apesadumbro.
Sé bien como soy ahora. No soy el de antes.
No hables demasiado alto para hacerte entender porque no te escuche bien, sabemos que el lenguaje de una mirada, del cuerpo en general, expresa lo que las palabras callan.
Me duele la piel, muchas veces «la piel del alma», por eso valoro que me cojas con suavidad aunque tengas prisa. Yo soy ahora más lento, y sé que la vida pide todo con rapidez…
Gracias por ayudarme a andar, a reiniciar la marcha, a moverme para seguir caminando en esta vida difícil que nos toca tener. Mi cuerpo está torpe, pero yo no, y me incomoda ser una carga para ti. Me encantaría ser libre y no tener que estar siempre pidiendo ayuda…Lo llevo muy mal.
Mis tropiezos son las señales que indican la debilidad de mis huesos y mis músculos, quienes se agotan y temen ayudarme. Me asusto con facilidad ante cualquier caída que pueda tener. Me asustan las limitaciones propias de mi edad. El «miedo» es un compañero diario con el que tengo que lidiar. Sé que también ése miedo se apodera de ti frente a mi. Tranquilo, hijo…Siempre hemos podido con él y no nos va a vencer ahora.
Me gusta seguir disfrutando de la vida, y son ésas pequeñas cosas que me das las que me llenan. No necesito de grandes acontecimientos para estar tranquilo, tú lo sabes y te tiene que tranquilizar a ti también. El cariño de los míos es el mayor tesoro que tengo.
No te aflijas porque me haga «mayor» a pasos agigantados, porque ya «no sea el de antes», aquél con el que podías tener largas conversaciones, con el que salías y entrabas, con el que compartías vida, sencillamente. Sé que te gustaría que fuera como antes, pero la vida impone sus metas y ésta la tenemos que cruzar con dignidad los dos. El amor es lo que nos ayudará a conseguirlo. Me tienes a tu lado…Eso no ha cambiado. Alégrate y disfrutemos de cada momento que nos llene de vida.
Mi mente olvida lo que hicimos ayer, anteayer, detalles que tú archivas en tu memoria y que para mi no «deben» ser demasiado importantes para guardar de manera consciente. Involuntariamente los olvido…Te puede ayudar saber que mi pensamiento sigue estando…
Me gusta evocar recuerdos que me llenan de emocionada felicidad, y sé que tienes paciencia para escucharlos más de una vez. No calculo la cantidad de veces que puedo «repetirlos» para ti, y es que el presente es efímero para mi, no mi pasado…
Suelo ser despistado en muchas cosas, pero te aseguro que mi atención está puesta en quienes me quieren y me cuidan. Gracias, hijo.
Entiendo que en ocasiones «te hagas el sordo» conmigo, pero sé que me oyes, aunque te cueste responder a todas mis elocuciones. Ser «pesado», cuando puedo hablar, se hace pesado, lo reconozco.
Gracias por no “reírte” de mis torpezas y, en cambio, sí reírnos juntos. Eso nos hace sentirnos bien a los dos. Gracias hijo, sé que te emocionas cuando consigues sacarme una sonrisa, cuando oyes una carcajada mía. Eres tú quien lo consigue, es tú mérito.
Disfrutemos juntos del regalo que supone el día a día.
Me gusta que me ayudes, pero déjame seguir teniendo «alas». Sé que pones tu empeño en ayudarme, pero no quieras hacerlo por mi porque aunque no lo creas, no me ayudarás. Estar a mi lado, simplemente, es lo que más valoro, y me doy cuenta de ello. Si te tengo que pedir ayuda, aunque me cueste, te lo diré, pero entiende que lo que a estas altura de mi vida haga, por insignificante que parezca, para mi es un gran logro y una inmensa satisfacción.
Me enfado conmigo mismo de lo rápido que me he hecho mayor, y me duele verme así, no me reconozco en ese espejo cruel que me indica mi estado, pero aceptarlo es lo mejor que puedo hacer. Veo cómo mis capacidades físicas y mentales están limitadas, y reconozco que muchas veces me duele más tu dolor por verme así. Entonces pienso que la vida es el día a día, y que nos tenemos que conformar. Te aseguro que hoy solo vivo el presente, y por eso quiero ayudarte en lo que pueda, sólo déjame hacerlo para darte también satisfacción y sentirme “útil”. Ser útil es una motivación a estas alturas de mi vida.
Hace un tiempo que mis palabras tenían un orden coherente, sabían ponerse en su lugar a un ritmo perfecto. Ahora se van desordenando para crear su propio lenguaje…No puedo hacer más, te lo aseguro, aunque ponga empeño en cambiarlo. Valoro expresar lo que mis sentimientos no necesitan guardar y que lleguen a ti.
Hay una frase tuya que me ayuda, ¡y no sabes cuánto!, cuando me frustro y entristezco frente a mi realidad…TRANQUILO, TE ENTIENDO…Es música celestial, y me calma…
Soy consciente cuando pones empeño en no decirme lo que tengo que hacer, por mi bien, y a cambio me indicas cómo me puede ayudar hacerlo. Saber manejar la situación nos ayuda a ambos. Sé que no es fácil para ninguno de los dos.
Ponte en mi lugar cuando no logres entenderme…Piensa que algún día, cuando llegues a “mayor”, a ti también “tendrán” que quererte como eres…Y lo harán bien, como tú lo haces conmigo, hijo. Recuerda que en un tiempo pasado, cuando tú ibas haciéndote mayor…yo era tú particular “maestro del amor” en tu vida…Ahora me toca a mi ser discípulo en la tuya.
Nadie nos puede detener. Tenemos aún un camino para seguir andando juntos, bajo la tutela del amor, ésa particular sombra que siempre ha estado a nuestro lado…
Te quiero, hijo…Aunque a veces se me olvide decírtelo nunca olvides que así lo siento.
Gracias hijo, por tu paciencia, por tu dedicación, y por tu compañía…Ser amigos es un una gran suerte. Aquí me tienes.”
Pilar Cruz González
tus palabras, tus susurros los ago míos, felicidades Pilo