Tenemos la capacidad de buscar, de crear con las manos de la decisión la forma de lo que nos es grato…
Somos nómadas de nuestras acciones, y no suele convencerlos quedarnos fijos, quietos e inmóviles ante un único intento en el proceso de evolución. Arriesgar, cuando consideramos útil, es un esfuerzo que no requiere un determinado tiempo ni espacio, porque es pertenece a una voluntad propia e ilimitada…
Nos recompensa abrir puertas, no cerrarlas, y ver nuestros pasos hacia delante, y no solo el camino ya andado…
Otear el horizonte de nuestras posibilidades no deja de ser fascinante…Siempre hay «algo» que espera a ser encontrado por nuestros sueños, a ser tocado por las manos del conocimiento y el aprendizaje…
Confiamos en aquello que hemos obtenido con nuestra entrega, aquello en cuanto hemos desarrollado con la mano de la ilusión…
Somos suficientes para creer en nuestras posibilidades…
Pero si viene alguien a tu vida creyéndose en el derecho de tirar por tierra tus actuaciones, tus logros, por «pequeños» que se vean, después de que hayas hecho el esfuerzo de conseguirlos, ignóralo, y más aún si su propósito es detener tu energía.
Por el contrario, si alguien abre la ventana de tu tiempo para estar a tu lado mientras tomas aire para respirar, aprende de su actitud, escucha el sonido de sus palabras y agradece el apoyo de su presencia.
Normalmente un camino solitario resulta cansado y monótono, pero si lo acompañas de quien tú quieres, será gratificante y campechano…