Me gustan las personas que no cortan la cuerda del afecto, que no hacen un nudo con ella, que la estiran para que llegue donde su corazón necesite.
«Habla, dime, comparte. Quiero escucharte, si tú quieres…Estoy cerca…»
Sin darnos cuenta (a veces es hace demasiado tarde), soplamos al viento del amor y lo empujamos para que se vaya. Es veloz cuando toma distancias, cuando sabe que no nos puede ni siquiera rozar, que no queremos sentirlo. Se esfuma rápidamente una vez ha sido rechazado…
«La lentitud en el afecto es rapidez para el olvido…»
No dejes de amar, y si amas, ¡ama con todo tu corazón! El amor vive cuando se alimenta a diario, con la frecuencia que el afecto pide. No le des la espalda y dale la mano, apriétalo fuerte contra tu pecho y siéntete a gusto compartiendo tu cariño con quien te permite amar.
Si tienes que reír, ¡RÍE!
Si has hecho hueco a alguna que otra lágrima, ¡LLORA!
No agotes un sentimiento y dale espacio a su expresión. Seguro que sabrá encontrar el recorrido de su meta.
La timidez en el cariño no es buena consejera en las relaciones.