Lo aprendido con la cultura de la vida se prolonga en el tiempo. Jamás se olvida, es perenne; queda impreso en nuestras acciones, en la actividad que llevemos a cabo, en el obrar frente a los demás, frente a nosotros mismos. Las dificultades y logros con que nos vayamos encontrando, marcarán el ritmo del aprendizaje vital…
Nos gustaría recorrer velozmente los espacios de nuestras vivencias para aprender con intensidad, creyendo que así pudiéramos aprovechar más el tiempo, sin pausas que nos hicieran pensar demasiado, bajo la pauta de un único pensamiento: “querer saber más sobre el lenguaje vital”.
Pero no corremos para ganar el mejor de los premios que ésta vida nos pudiera otorgar; tan solo paseamos para vivir y asumir nuestras experiencias, y, si lo hacemos desde la reflexión, encontraremos esquinados sentimientos que nos permitirán mantener un óptimo aprendizaje vital…
Tenemos en nuestras manos un libro abierto que se almacena en la memoria de los recuerdos; al abrirlo pasamos sus páginas adecuadamente, respetando el ritmo de su lectura, según nuestras necesidades lo soliciten…Hay capítulos de los que aprendemos, y otros que pasamos por alto sin detenernos en su cuál pudiera ser su particular “mensaje”.
La cultura de la vida es abierta, no necesita de idiomas para entenderla, pero sí, momentáneamente, de algún interprete que nos facilite una “lectura rápida” cuando las palabras se tornan incomprensibles, cuando el amor se mancha de desamor, cuando la soledad nos inunda…La vida, entonces, no nos habla, pareciera no querer comunicar, alejarse de todo razonamiento…Pero quizá seamos nosotros quienes no comprendamos su objetivo, y la moraleja que ése capítulo vital esquive a nuestro entendimiento.
El aprendizaje de la cultura de la vida se forja a diario gracias a la directriz de los sentimientos…
Como siempre sublimes tus reflexiones.
Un fuerte abrazo.
Preciosa reflexión Pilo!!
…la vida nos va enseñando, siempre a través del sentimiento…aunque a veces el aprendizaje sea muy duro…
Un beso inmenso y mi cariño para ti
Así es, por eso la sabiduría es más propia de los ancianos que de los jóvenes, y en cambio estamos en una sociedad que relega a los ancianos. Habría que escucharles más, darles más voz y espacio. Además, ellos son nuestra memoria, y nuestras raíces.
La cultura de la vida, buena reflexión, nunca hay que dejar de aprender, nunca se deja de aprender.
Un abrazo,
Ricardo