Abres la ventana, la que no engaña, la que no calla, y miras lo que tienes frente a ti, y respiras el aire que llega a ti, y buscas más allá de un horizonte que acorta tu mirada. Quieres ver, o tal vez no, pero miras insistente, y no quieres que vean que miras, pero sabes que con tus ojos llegan infinidad de sensaciones, algunas no demasiado agradables. A veces esa ventana se cierra, o la cierras, porque tienes frío, porque hay un aire molesto que te impide estar tranquilo…
Ventanas, puertas, alarmas…Demasiados estímulos fuera que debemos observar…Es pesado, cansino; da pereza tanto control…”Si se cierra una puerta, se abre una ventana”, dicen, pero, y si lo que únicamente pretendo es dejar que fluya mi vida, sin tanto utilizar elementos que obstaculizan mi mente para pensar, para sentir, para no dejar de parar…Sé que la actividad mental es el motor para no cansarse, y más en estas horas de agotamiento. Activando la mente, descanso. Puede resultar absurdo, pero también coherente. Ahora, y por siempre (intentémoslo), todo lo bueno que nos llegue que sea valido, porque es una sensación muy nuestra; solo hay que llevarlo a cabo, simplemente por eso.
Dentro de casa hay quien se siente prisionero de su propia rutina, a quien le agobian las cuatro paredes que le cobijan, que le parcelan…Han sido tiempos de incertidumbre, de sensaciones extrañas que se han adherido a las entrañas, que han apretado tanto que han zaherido en exceso. Hemos sacado las uñas al temor y nos hemos sentido inocentes frente a su ferocidad. Lo cierto es que siendo personas que intentamos controlar las situaciones habituales, ahora no controlamos nada y seguimos sin saber qué hacer, porque no sabemos, ni podemos…No hay puertas, ni ventanas que ayuden a sentirnos seguros dentro de nuestro “¿hogar?” porque nos sentimos desprotegidos…Y abrimos ventanas, y buscamos, no sabemos qué, y esperamos, no sabemos qué…y lo único que deseamos es escapar de esta situación que tanta desconfianza nos produce…
Y pasa el tiempo y no se cura la desazón, pero nos acostumbramos a vivir de otra forma, a sentir de otra forma, a besar de otra forma, a abrazar, sin abrazar, con la intuición y la intención, de otra forma. Los “nuestros” pueden llegar a considerarse enemigos, igual que nosotros mismos de ellos. Llega a ser un juego peligroso en el que hay pocas palabras, muchas miradas, gestos y distancias. El lenguaje corporal es quien ahora manda en las relaciones, quien lleva la batuta del proceder. Te acercas poco, te alejas bastante; el gesto de un codo contra codo es la sensación de un beso apretado, un abrazo inmenso, o un cariño que quiere achuchar sin hacer daño, un saludo. Ahora apenas hablamos en la cercanía, solo respetamos distancias a través de una mascarilla.
Hemos cambiado todos. ¿En qué?, pues…¡en todo o casi todo!Lo que oíamos mal, ahora lo oímos menos porque las bocas están cerradas, porque hay una especie de “puerta” que las tapa en forma de mascarilla, que nos impide hablar con nitidez…Pero la mirada sigue en alerta, observante, hablante, mira de frente, con los ojos bien abiertos, expectantes, con ganas de transmitir necesidades, incluso hasta de provocar una risas que la boca oculta. Ahora el lenguaje de la cara es un todo, no hay partes, solo la viveza de unos ojos que hacen de ventana al mundo. Ya no echamos persianas, ni cerramos para que no entre el aire, ahora buscamos un aire fresco que nos calme, que hable de futuro y de estabilidad…
Y entendemos que el mundo es ese que hemos creado en nuestra intimidad, a sorbitos pequeños de esperanzas. Ahora soñamos despiertos para no despertar, para vivir lo que queremos, lo que se nos deja y, sabemos que no todo lo real es lo que hay fuera de nosotros, sino lo que albergamos en nosotros mismos, porque la vida sigue y hay que seguirla, evitando esos miedos que frenan, contagiándonos de risas que no saben si reír o llorar, compartiendo conversaciones, historias de vida, aunque sea a través de un teclado de ordenador, o imágenes reales por un teléfono que aproxima. Buscamos soluciones a problemas que no sabíamos que existían, ponemos parches donde el dolor se inserta en la piel del alma, y pintamos corazones para atenuar la pena. Chistes, bailes, y panes…son asideros que alivian el tiempo prolongado de la incertidumbre. Y aprendemos a pasar páginas, una vez leídas y entendidas, razonadas y asumidas, y continuamos con una vida que intentamos no apagar…
Nuestra casa es nuestro hogar. Hay ventanas y puertas que nos protegen ahora, sabiendo que fuera nos espera un mundo esperanzador…¿Porqué no? Estar juntos en este caballo de batalla es lo que toca, para seguir dando color a una vida que nos queda por vivir.
Mi ánimo a tod@s, y mucha fuerza.
Una realidad reflejada con el corazon abierto, permitiéndonos sentir aquello que intenta cambiarnos la vida, pero que no lo va a conseguir porque en el corazón de cada uno mandamos nosotros y no damos entrada a lo que no queremos.
Gracias amiga pir compartir algo tan hermoso
Querida Pilo como siempre, tus palabras o susurros van directos al corazón, al leerlos producen una sensación de Paz y desasosiego, del lastre que nos ha dejado esta pandemia, la VIDA! Por ser vida, no para de sorprendernos. Nunca imaginé que saldría a la calle con este tapabocas, y lo más curioso ha venido para quedarse. Sabes una cosa ocuparas la paginas (163,164-2P-Pilar Cruz Sin tiempos.docx) de mi libro familiar, anual “Reculls 2020” gracias.
Me llega mucho a el corazón las palabras que se narran me parese muy lindo y real todo lo que dice y al mismo tiempo llegan todos nuestros recuerdos relacionados con el tema , solemos ser pocos tolerantes con los demas y con nosotros mismos aveses solo nesesitamos un respiro y un momento para iniciar bien. Gracias