Soy una persona que dialoga con los sentimientos, que deja que su corazón dicte al pensamiento cuanto siente, y hoy no puedo quedarme callada. Es mi humilde homenaje a TULA, y «su familia».
Hay personas que no entienden a quienes adoramos y respetamos a los perros. Lo asumo y acepto. Pienso que ellos no han tenido a su lado el cariño de un perro y no saben qué se siente cuanto vivimos con ellos, y el dolor que experimentamos cuando “se nos van de nuestro lado”.
Ayer se nos fue TULA, “Tulita”. Cumplió con su tiempo de vida (10 años), y se nos fue con todo el amor de quienes la cuidaron, protegieron y mimaron llenando de besos su felicidad: su familia. Ella supo rebosar vacíos, supo cómo dibujar miles de sonrisas, regalando su CARIÑO a diario, y ahora es su recuerdo de inmenso amor el que llena ésos espacios que han quedado ocupados de su energía, ésa “esencia” de cariño que nos acompaña y que no vemos, pero que SÍ percibimos y sentimos.
Un perro es el ser que nos quiere sin medida, quien ama porque quiere amar, sin más, porque no espera nada a cambio, tan solo busca una caricia, una mirada, una sonrisa, un poco de agua, un trocito de “algo” que le endulce el paladar, porque en realidad, la calidad de tiempo que le demos será su mejor alimento y el remedio para paliar cualquier dolencia que tengan. Son la “sombra” que siempre “está cerca”, que calla y entiende el lenguaje de nuestro cuerpo, a quien le contamos lo que una persona “no debe saber o no entendería”: nuestro “confidente”. Sabe cuando estamos tristes o alegres, y comparte con jovialidad los momentos felices con guiños de complicidad. Es un sol que ilumina nuestras penas, cuando algo triste nos ocurre. Es un angelote que nos protege cuando se han marchado a su “especial cielo”. Estoy segura de que es tanto lo que nos dan, que no se pueden ir sino a un lugar “bueno”.
Ellos se van “físicamente”, pero permanecen por siempre en nuestro corazón, y en la memoria de los recuerdos. Quienes han tenido, o tienen, un perro, se sabrán “especiales” porque se tiene la suerte de amar y ser correspondidos de igual manera, sin pedir nada a cambio.Nuestros perros nos dan el cariño que muchos humanos no saben darnos. Ellos merecen que cuando ya no están a nuestro lado se les reconozca lo mucho que nos dieron, lo mucho que les quisimos, con el recuerdo infinito de su bonita compañía.
«SI LOS PERROS NO VAN AL CIELO, CUANDO MUERA QUIERO IR A DONDE ELLOS VAN» (Will Rogers)
No tengo perro, pero estoy rodeada de amigos y familia que sí los tienen y entiendo la tristeza cuando se van…Me uno a tu homenaje a Tula, estoy segura que sí existe el Cielo para ellos…y algún día volveremos a compartir su alegría y compañía…UN BESAZO!!! Mari Carmen.
What a great resource!
online pharmacy