Un chollo anestésico…

 

Ayer pasé un ratito por quirófano para una “tontá” de esas que de cuando en cuando nos toca (no deja de ser una simple anécdota en este contexto), y lo mejor de todo es que cuando caí en brazos de Morfeo, arropada por un sueño anestésico inducido por un médico con el que apenas crucé 2 palabras, soñaba, «conscientemente», creo, con mi buena amiga PILUCA.

¡Tarde de chicas! Decidimos salir de compras, algo casi improbable en nosotras ya que nos va más el café con pastas con una buena charleta, que gastar dinero en caprichillos, aunque éstos no vienen mal también, todo hay que decirlo.

Nuestro objetivo no era otro que localizar unas botas, lo más rebajadas posible, ajustándonos al magnánimo mes de febrero, “el mes de las rebajas”. Diana: unas botas que se ajustasen al deseo de Piluca, una de ésas gangas que solo se encuentran una vez en la vida, o por lo menos en éste año de gastos y más gastos.

Llegamos a la tienda y buscando y rebuscando, tras probarse unas cuantas botas, Piluca decide coger las más estupendas, las más bonitas, cómodas y todo los “más” que os podáis imaginar, o al menos eso fue lo que nos parecieron.

La animo a que las “agarre fuertemente” y se las pague al dependiente de una vez por todas, evitando que se las lleve otra mujer a la que seguro le quedarán pequeñas, o grandes, o… ¡vaya usted a saber!

“¡Son las botas de mi amiga, señora!”, ruge por dentro mi reivindicativo pensamiento al ver a tanta mujer pujando, o mejor dicho empujando, por el mejor precio. En estos casos la educación y el respeto también se etiquetan con carteles de “low cost”.

Me emocionaba ver la alegría de Piluca al acertar casi a la primera, a pesar de la indecisión por gastarse ésa cantidad. ¡Es una oportunidad! Llevada por la emoción del momento, abrazo a Piluca, la zarandeo un poquito, para obviar sus dudas, y la felicito por su elección.

Pero como si se tratase de unas de esas películas en donde al final matan al bueno, cuando mi amiga se dispone a pagar las botas, ¡ZAS!, ocurre algo inesperado: mis ojos ven a un señor con una bata, y gorro verde, que no para de mirarme. ¿Qué está pasando?, pienso desde el más absoluto aturdimiento.

El buen señor, sin quitarme los ojos de encima, lógicamente, zarandea mi brazo con calmada suavidad pronunciando al mismo tiempo una frase: “Ya hemos terminado. Ya está todo, Pilar”.

Es una tarde de zarandeos…

“Ya está todo»…repetí de manera automática para mis adentros, y aunque pareciera una sentencia tranquilizadora, a mi me importaba un bledo cuanto dijera ése hombre desconocido

¡Estábamos disfrutando de las rebajas!

¿Pero de dónde había salido ese hombre? No recordaba su cara, y no parecía un «marciano», aunque fuera vestido de color verde desde la cabeza a los pies.

¡Ya está, era el vendedor de las botas!

Piluca, ¿dónde estás?

De pronto escucho, a modo de lejano soniquete: “¡Pilar, despiértate!”

“¿Qué me despierte de dónde, de qué?”…

Intento, con dificultad, que mis ojos busquen la posición del hombre de verde con la intención de preguntarle dónde están las botas, y, sobre todo, dónde está mi amiga.

Menos mal que mi ángel guardián, mi santo esposo, Julio, me tranquiliza al verme en ése estado.

¡Menudo día de rebajas! Mi pobre Piluca se quedó sin su chollo: las botas, y yo me eché un sueño reparador que me llevó al séptimo cielo.

 

Escribo VIDA, pinceladas de lo cotidiano, emociones de colores que ven mis ojos en forma de palabras, y ésta es una de ellas.

Así ocurrió en una tarde como ayer, y así he intentado transmitir ésta vivencia…

Pienso que en cualquier momento se puede presentar una buena excusa para pasar un magnífico rato –aunque se trate de una ensoñación – con alguien a quien queremos, como en mi caso, con mi amiga del alma, Piluca.

Ya en el coche, volviendo a casa, entre susurros, sólo atendía a decir: … ¡Julio, vamos a comprarle unas botas a Piluca!

 

Sueño o realidad…

El hombre de verde (el médico anestesista) me despertó de un sueño para acercarme a la vida, a una entrañable amistad. Lo mejor de la tarde.

Por cierto, «Pilu»,…¿necesitas unas botas?

 

(Dedicado a mi amiga Piluca, mi amiga del alma. Gracias por hacerme ameno y emotivo un momento así)

 

Pilar Cruz Gonzalez

Sobre Pilo Cruz

No me gusta complicar lo que considero sencillo. Estoy en perpétuo estado de aprendizaje. Aún tengo muchos sueños por cumplir, y disfruto de los que ya soñé cuando anduve despierta. Aprendo cada día mirando a los ojos de quien me mira, escuchando palabras no habladas por mi, y sintiendo el sentir de los demás. Soy un aprendiz de la vida...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *