Hay días en los que uno se conecta al correo electrónico, esperando ver un email bonito, curioso o emotivo, y se encuentra, sin embargo, con que nadie se ha acordado de «ti», que la/s persona/s a quien dijiste algo hermoso obvian teclear una escueta palabra. Pudiera ocurrir que en realidad no crean conveniente transmitir algo en concreto, o no vean cómo resumir un sentir. Quizá ese gesto se convierta en una simple perdida de tiempo para ellos…Es, sin duda, respetable, y comprensible.
Pero, hay otros días, como el día de hoy, cuando crees que el ánimo pretende desanimarte, en el que uno se alegra de haber conectado con la magia del ordenador, resultando ser un magnifico cómplice para acercarte a tus amigos a través de un breve y conciso email en el que se les recuerda: “Hola, estoy aquí, te quiero, me acuerdo de ti, y por eso te mando un email”.
Creo que es importante saber qué lugar, en la lista de los afectos, ocupan los amigos, y cuan hermoso es cuidarlos y protegerlos con la piel del corazón. Hay amigos, amistades, y conocidos que se asoman por la vida para agarrarse al tren de la amistad –algunos suben y otros pierden su estación y han de apearse fuera de tiempo-. Yo puedo decir que tengo la gran suerte de contar con amig@s a los que encadenarme con el vínculo de la hermosa complicidad, de la ternura y del agradecimiento. Vivimos en un mundo que avanza demasiado rápido, que no nos deja cuidar de aquell@s que debiéramos mimar en un correcto espacio de tiempo, pero se nos acordonan los hilos de la libertad, de la elección de ése “tiempo y espacio”, y percibimos que no somos libres para decidir “ver o no ver” a la/s persona/s con quien realmente queremos estar. No en vano, aunque con los ojos no nos veamos, y los oídos tampoco escuchen palabras de amistad, necesarias en un momento dado, tenemos la gran suerte de sostener preciosas AMISTADES mediante un email-amigo, a través de palabras que transmiten cordialidad, cariño, recuerdos, complicidad, sueños y alegrías…
Pero, hay otros días, como el día de hoy, cuando crees que el ánimo pretende desanimarte, en el que uno se alegra de haber conectado con la magia del ordenador, resultando ser un magnifico cómplice para acercarte a tus amigos a través de un breve y conciso email en el que se les recuerda: “Hola, estoy aquí, te quiero, me acuerdo de ti, y por eso te mando un email”.
Creo que es importante saber qué lugar, en la lista de los afectos, ocupan los amigos, y cuan hermoso es cuidarlos y protegerlos con la piel del corazón. Hay amigos, amistades, y conocidos que se asoman por la vida para agarrarse al tren de la amistad –algunos suben y otros pierden su estación y han de apearse fuera de tiempo-. Yo puedo decir que tengo la gran suerte de contar con amig@s a los que encadenarme con el vínculo de la hermosa complicidad, de la ternura y del agradecimiento. Vivimos en un mundo que avanza demasiado rápido, que no nos deja cuidar de aquell@s que debiéramos mimar en un correcto espacio de tiempo, pero se nos acordonan los hilos de la libertad, de la elección de ése “tiempo y espacio”, y percibimos que no somos libres para decidir “ver o no ver” a la/s persona/s con quien realmente queremos estar. No en vano, aunque con los ojos no nos veamos, y los oídos tampoco escuchen palabras de amistad, necesarias en un momento dado, tenemos la gran suerte de sostener preciosas AMISTADES mediante un email-amigo, a través de palabras que transmiten cordialidad, cariño, recuerdos, complicidad, sueños y alegrías…
Hoy, especialmente, alguno de mis amigos se ha acordado de que al otro lado de la pantalla estaba yo, sin saber que necesitaba de ese recuerdo, y lo han hecho guiados por un teclado, un ordenador, y una pantalla, aliados inequívocos de un cariño recíproco. En definitiva, yo les otorgué un espacio de mi tiempo, porque pensé en ellos, y después fui correspondida por un preciado tiempo suyo. Gracias a los que hoy me habéis arrancado una sonrisa, y también permitido derramar lágrimas almacenadas en el cajón de la emoción.
Aunque solo gastemos un minuto, o tal vez menos, para enviarnos un email, que entendamos que gracias a ese magnífico “invento” podemos transmitir el amor que un simple reloj de nuestro tiempo de la cotidianeidad no nos permite compartir. Hoy, amig@s, os brindo este espacio de mi tiempo en el Blog de Aura, sin duda esa buhardilla que mis sentimientos buscan para el silencio y el recogimiento. Hoy os tengo en un rincón especial de mi corazón. A vosotros, amigos, gracias por vuestros emails de amistad.
Mi cariño.
Aunque solo gastemos un minuto, o tal vez menos, para enviarnos un email, que entendamos que gracias a ese magnífico “invento” podemos transmitir el amor que un simple reloj de nuestro tiempo de la cotidianeidad no nos permite compartir. Hoy, amig@s, os brindo este espacio de mi tiempo en el Blog de Aura, sin duda esa buhardilla que mis sentimientos buscan para el silencio y el recogimiento. Hoy os tengo en un rincón especial de mi corazón. A vosotros, amigos, gracias por vuestros emails de amistad.
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ei! Pilo ante tal realidad expresada en tu post solo ante tus palabras y la magia de Internet aprovecho para anotar en mi comentario tu bonita frase “Hola, estoy aquí, te quiero, me acuerdo de ti, y por eso te mando un email” y que sea por muy y mucho tiempo Josep