La discreción de quienes hablan con palabras prudentes, de quienes no levantan la voz más de lo que agradecen los oídos, es una vía inmejorable de comunicación…
“No me detengo a escuchar a quienes alzan su voz con sonidos fuertes para hacerse notar a través de palabras malsonantes poco favorecedoras para el bienestar”.
Son los sonidos apacibles de las palabras los que mejor se escuchan, los que llegan a la razón, los que se comprenden adecuadamente.
La prudencia es un camino para el diálogo, un lenguaje claro que da credibilidad a quien la utiliza…
Quien habla gritando y descalificando a los demás, arroja a la basura nuestro interés, causando rechazo por escucharle.
“Dime lo que quieras, pero despacio, sin prisas, con tiempo. Te escucharé mejor si no he de tapar mis oídos para saber cuanto deseas contar”.
No dejemos de considerar que un trato cordial siempre será cercano al afecto. Una comunicación déspota, “mandona”, nos alejará de cualquier diálogo.
Muy de acuerdo con tus sabias letras!
Besos y se feliz!
Muchas gracias Gilberto. Es una satisfacción que los sentimientos, hechos palabras, lleguen.
Deseo también que seas feliz.
Un besote y gracias.
Totalmente de acuerdo. esta entrada deberiamos mandarsela a todo el mundo. Hay quien aun no lo sabe.