(Hoy quiero dedicar esta reflexión a los amigos que sufren o han pasado por el difícil trance del desamor, a quienes he visto llorar lágrimas de autentica pena. Éstas bien pudieran ser las palabras de quien se ha encontrado con las espaldas del amor y la cara del desamor)
“Quiero hablarte y mostrarte cuán amargo es mi sentir… Pero mis palabras son para ti tan gélidas como el frío del invierno. Quiero buscarte, llegar a ti, hacia la persona que un día conocí…Pero el cuerpo frena cualquier movimiento para encontrarte. ¿Estás escondido o soy yo quien te ha perdido? Quiero estar cerca de ti, sin distancias que nos separen…Pero te fuiste demasiado lejos para mí. Quiero escuchar cuanto me quieras contar…Pero no hablas, permaneces callado, inmerso en un mudo silencio. Quiero verte y llenarme con tu presencia…Pero tus ojos se han escondido de los míos para evitar verme. Quiero recordarte lo mucho que te quiero…Pero tú lo sabes. Me apena entender que el cariño también cansa. Quiero seguir el recorrido de tus pisadas, igual que tú seguías mis pasos con cuidado esmero…Pero no las encuentro, te has alejado en el intento de olvidarme.
Fuiste generoso en tus manifestaciones de amor, y ahora se empobreció la que fue tierna expresión…No existe, se desvaneció. Creía conocerte, pero últimamente te has convertido en un completo desconocido del que poco o nada sé… ¿No puedes o no quieres amarme? Sé que cuando el amor decide poner final a la relación es difícil volver a encontrarlo en el mismo sitio donde un día surgió…”
El tiempo es lento cuando el amor toma prisas para perderse, cuando su sombra es una carga demasiado pesada…Y llega el desamor, un triste final para quien quiso tanto…Desgraciadamente, la vida lleva a que el amor se deprecie, y que primen otros valores que poco tienen que ver con la intensidad del cariño. Y se pierde lo que debiera continuar, o tal vez, lo que nunca hubo de llamarse compañero de vida: el amor.
Gracias 🙂