El último Vals… (Por Julio Cruz y Hermida)

(Hoy este rincón de los sentimientos está a disposición de mi padre, en el deseo de transmitir un sentir más que especial, y compartirlo con todos nosotros…Seguro que os gustará y os llenará de ternura…Gracias papá, gracias mamá por bailar al son del amor.)

EL ÚLTIMO VALS…

Se alza el telón…

21 de Junio de 1952. Estamos en el Hotel Palace de Madrid, que le hace guiños de prepotencia al cercano Neptuno, ese dios que responde amenazándole con su tridente en feo gesto de envidia mal reprimida. Se ha clausurado el Congreso Nacional de Ginecología y ha finalizado la Cena de Gala. Comienza el Baile y la Orquesta ofrece los primeros compases de un famoso Vals: “El caballero de la Rosa”. Pilar, mi preciosa y jovencísima novia está sentada a mi lado. Le brillan sus ojos azules en contrapunto a su refulgente pelo color caoba. Me mira y sonríe. “¿Bailamos?”, pregunto. Asiente de inmediato como si fuera la mismísima Terpsícore dispuesta a danzar. Son una pareja de veinteañeros con sueños de ilusiones y esperanzas que comienza a girar vertiginosamente al dictado de la música de Strauss. Pocos meses después, la joven novia y el joven Médico serían marido y mujer.

Pasa el tiempo y nos percatamos con sorpresa que han transcurrido más de 60 años desde que bailamos aquel inolvidable Vals. Estamos en la mañana de 1 de Enero del 2013. Es escenario es otro, lejos de la grandeza del ya recordado. Es el tranquilo office de la cocina de casa. Acabamos de desayunar, y el café y unas tostadas de pan con aceite nos invitan al recuerdo de la pasada nochevieja, rodeados de la algarabía de ocho hijos y catorce nietos que, al sonar las doce campanadas, nos miraban preocupados por si nos atragantábamos con las uvas.

Estamos los dos solos, en silencio, embelesados con la música maravillosa de una maravillosa orquesta, la Filarmónica de Viena dirigida por el maestro Franz Welser en el gran Concierto del Año Nuevo. Nuestro office, de repente, se transforma en el gran Salón del Palacio Imperial de Hofburg de Viena por mor del pequeño televisor de la cocina que nos regala su música.

Pero, ¡oh!, sorpresa, la Filarmónica de Viena lanza los primeros compases del Vals inmortal que resucita nuestro decaído espíritu: “El Danubio Azul”. Pilar, mi hoy bella y anciana esposa, está sentada a mi lado. Sus ojos azules, más apagados que antaño, son contrapunto a su blanca cabellera. No lleva traje de noche, sino una cálida bata de lana. Yo tampoco visto de esmoquin ni calzo aquellos zapatos de tafilete brillante, solo mi inseparable chaqueta de punto y unas confortables zapatillas de paño que abrigan y proporcionan descanso a mis torturados pies. Pilar, me provoca: “¿Bailamos?”. Acepto el reto. Me levanto con dificultad y, por unos momentos, convertimos el suelo doméstico en inesperada pista de baile. Entrelazamos nuestros cuerpos logrando hacer girar, con ritmo quedo y cansino, nuestras artrósicas caderas y nuestras columnas vertebrales al ritmo de la música de Strauss. Lo cierto es que somos una pareja de ochentones (mi calendario me recuerda que estoy más cerca de los 90 que de los 80) que se mueven con difícil facilidad navegando por las románticas aguas del Danubio, mientras por nuestras cabezas desfilan luces y sombras del pasado. Por un momento queremos olvidar el pasado y hacer nuestro al presente, pero…hasta se nos ha olvidado bailar el Vals.

La inmortal música ha terminado. El mortal público vienés, puesto en pie, aplaude entusiasmado. Nosotros, también de pie, aplaudimos en la distancia. Pilar y yo nos miramos, nos besamos, y azarados como si hubiéramos cometido un pecado de juventud, salimos de la cocina con las manos entrelazadas sintiéndonos mejores y menos viejos.

Se baja el telón…

 

(Julio Cruz y Hermida)

 

Pilar Cruz Gonzalez

Acerca de Pilo Cruz

No me gusta complicar lo que considero sencillo. Estoy en perpétuo estado de aprendizaje. Aún tengo muchos sueños por cumplir, y disfruto de los que ya soñé cuando anduve despierta. Aprendo cada día mirando a los ojos de quien me mira, escuchando palabras no habladas por mi, y sintiendo el sentir de los demás. Soy un aprendiz de la vida...

15 pensamientos en “El último Vals… (Por Julio Cruz y Hermida)

  1. Elsa

    Que belleza!!! todo amor, me pasan las horas cuando tus sentimentos penetran dentro y descubro cada dìa cuanto eres especial. mil besos amiga mìaaaaa

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    1. Pilar Cruz GonzalezPilo Cruz Autor

      Muchas gracias a todos. Es una suerte poder compartir sentimientos y que los compartais. Éste, en concreto, es espacial para mi. Mi agradecimiento.

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  2. MILAGROS MARTÍN HIDALGO

    Hola Pilar, hoy lo he vuelto ha leer otra vez, que bonito después de tantos años, ese amor que se tienen es emocionante, mi enhorabuena ha los dos, y qué sigan así muchos años mas. un fuerte abrazo para los dos,,

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  3. Nines Caballero

    Que bonito Pilo. Me encanta!!!! No hay mas que verlos juntos para reconocer el amor de verdad. Un besazo para todos, que os lo mereceis.

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  4. Isabel Rius Galindo

    Acabo de leer una de las cosas mas tiernas de las que he leído en mi vida. Mi corazón salta de alegría y mis hijos vuelven a llenarse de lágrimas al recordar a mi queridisimo ginecólogo y su esposa. Mi marido y yo procuramos imitarlos ese 1 de enero todos los años. Un abrazo fortísimo a los dos

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  5. Monica

    Muy muy bonito !! Felicidades quierida por compartir con todos ésa historia de amor tan bonita !!👏👏👏👏❤😘😘😘

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  6. Angel

    Jamás dejarán de conmoverme las reflexiones sobre lo esencial en la vida de este inolvidable, entrañable y brillante amigo

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  7. LUISA

    Precioso, romántico, tierno.
    Podría ser el argumento de una bella película. Pero, esta historia es real. Dos amantes para toda una vida.

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  8. Félix M. F.

    Don Julio siempre supo sensibilizarnos con su ágil y sentimental Pluma. Hoy, si texto, me hace de espejo ante el paso de mi propio tiempo y de quienes me rodean. Bailemos más allá de la muerte, vistamos nuestros mejores atuendos para el reencuentro con los que nos dejaron. Siempre cerca, don Julio.

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  9. Beatriz

    Siento su voz desgranando esos recuerdos , la mirada profunda de sus ojos , que llegaba siempre al fondo de tu alma ,la paz que irradiaba y ese gran amor a vuestra madre que transcendía….fué una gran persona, con una humanidad más grande que su figura .
    Al principio , hace 50 años, , aun sin conocerlo , lo quise a través de Juan que era su gran amigo de la niñez , Después , cuando me vió como paciente , me sentí tan arropada en ese momento tan difícil para nosotros , que nunca olvidaré su cariño , su ánimo , su «estar conmigo» como si fuera el «papà » con el que siempre te sientes segura . Con Pilar formaba un gran «tandem» no sólo en su vida personal , ella estaba con él , transmitiendo con sus ojos llenos de luz , esa paz que ansiábamos los pacientes ….
    Ese precioso relato del «último vals » es también un relato perfecto de cómo los recordamos . Gracias a ellos , vuestra familia , es de las mas hermosas que conocemos

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