NOTA: Si has tenido un perro podrás entender ésta reflexión. Quizá, si no lo has tenido, te extrañe. No obstante, cuando leas estas palabras dedicadas a Kurro, nuestro fiel perro, podrás comprobar lo que un perro significa para una familia que tanto le ha querido.
Un paño de sonrisas retira las lagrimas que caen por mis mejillas…No es momento de sonrisas, solo tiempo para expandir los recuerdos con intermitentes lágrimas. No puedo remediar la pena cuando el único sonido que se siente en casa es el “vacío” en donde tanta energía se posó.
Cuando perdemos a un “ser” a quien hemos querido con el alma, las ausencias son los claros vacíos de un cariño que llenó muchos espacios de vida. No hay palabras que consuelen un dolor, solo el tiempo es quien clama consuelo para apartar la pena, para retirar el ahogo que produce la sensación de pérdida. El amor no tiene limites, no conoce de colores, ni de razas, ni siquiera discierne la variante de la intensidad, y más cuando lo único que alberga es emoción, ternura y templanza. Es solo AMOR, y cobra más fuerza cuando ha sido otorgado sin pensar, sin esperar a cambio idéntico amor, cuando la silueta del cariño ha sido creada día tras día…El amor es una luz que no se puede apagar cuando la muerte ha intentado mitigarla. Es el pensamiento del corazón quien ejerce de faro en el recuerdo eterno. Cada uno sabe cómo ama y a quién van dirigidos los ramales de su amor…
Hace una semana “se nos fue” el que fue nuestro “mejor amigo”, KURRO, un bóxer de 13 años, un ser a quien adorábamos, y a quien especialmente cuidábamos con deleite en la última etapa de su vida, en el momento en que más necesitaba la mano de la ternura de cuantos le vimos crecer: “su familia”. Estaba malito, aunque «no era su intención demostrarlo». Ya quisiéramos muchos tener la fortaleza, y la fuerza, que Kurro poseía…Hasta el final fue un “campeón”, adaptándose a sus limitaciones, a sus dolores mientras una sonrisa nuestra, y una caricia fueran calmantes para su malestar. También sabía cómo exprimir sus buenos momentos, con miradas serenas repletas de alegría, y más cuando tenía delante un trocito de jamón, de salchicha, o de magdalena. Nuestro cariño era luz para su alegría y no podía ser menos cuando él supo ofrecernos un cariño inmenso a lo largo de su vida.
Era un auténtico “quitapenas”, y es que con su porte sutil y vital (hasta cuando la vida le estaba arrancando su fuerza) sabía cómo eliminar el amargo dolor del sufrimiento. Era único, especial. Dicen que el manejo de las palabras es una herramienta necesaria para comunicarnos en un mundo donde muchos de los silencios manifiestos no necesitan evocar palabras…Y sabemos, de sobra, que no siempre recurrimos a las palabras para expresarnos, y menos cuando la calma de la mudez es imprescindible. Pero con él «hablaba», y a él le contaba todo cuanto aparecía mientras el día transcurría en una familia normal y corriente como la nuestra.
Nos conocía a la perfección: con una sola mirada sabía si el día nos resultaba bueno, o quizá pedregoso. Era diestro en manifestar su alegría para paliar momentos familiares un tanto difíciles. En mi caso él era la “sombra” que pisaba por donde yo antes había pisado; siempre me dejaba pasar para que mi torpeza en algún que otro movimiento no me dejara caer al suelo, y menos que sintiera daño. Él era quien me esperaba cuando tendía la ropa, quien aguardaba paciente a que yo terminara de cocinar, quien amanecía cuando yo me levantaba esperando el trocito de una magdalena que le endulzara el paladar, quien descansaba cuando yo lo hacía, quien callaba mis lágrimas y jugaba cuando mi felicidad era clara; quien esperaba a que llegara a casa para recibirme como solo él creía que yo merecía. Muchas historias personales fueron guardadas en su mirada…Sabíamos que solo él las guardaba en el más absoluto secreto. Siempre “estaba”, para lo bueno y para lo que no le resultaba tan agradecido…
Nos dedicaba su tiempo estando pendiente de cada miembro de la familia, y lo hacía para compartir espacios comunes, miradas, gestos, sufrimientos, enfados, risas, e incluso el lenguaje con el que la energía se comunica…Nos conocía de sobra, pues creció al tiempo que mis dos hijos crecían. Alvaro tenía 9 años cuando él llegó (tiene ahora casi 23). Jose, 6 años (en un mes cumple 20). Han crecido a su lado, entre caricias, juegos, salir a pasear con él, irnos de vacaciones juntos, compartir instantes familiares únicos, cotidianos, participar de reuniones, y “siempre estar”…Su vida comenzó con la alegría de sus primeras señales de vida, y finalizó con el amargor de su despedida, con una inmensa pena y una serena calma de haberle querido y protegido como merecía. Los tres formaban un gran «equipo».
Habrá quien no entienda el sentimiento de mis palabras, lo que necesito comunicar, pero quien ha tenido un perro, y lo ha querido como nosotros, sabrá comprender ésta entrada en el Blog. A veces “un perro” nos da mucho más cariño y atención que alguien a quien hemos de considerar “familia”. Es la realidad, aunque duela o no se comprenda.
Muere quien nunca será recordado, quien es olvidado…Kurro siempre vivirá en nosotros.
Kurro era “un perro”, nuestro perro, alguien al que se le trató con respeto, cariño y amistad hasta el final de sus días.
Éste es mi pequeño homenaje a Kurro, quien me dio tanto amor…
Unas gotitas de mar han mojado mi cara. Ay.
Bueno. Ya. En beso y mi cariño, Pilo.
Vic.
me a gustado mucho esto que as escrito sobre kurritoo 🙂
Pilo, puedo palpar el dolor de tu pérdida a traves de tu palabra escrita y puedo sentir el gran amor del que habeis tenido la suerte de ser los protagonistas Kurro y tu familia, incondicional e ilimitado. Sé que no hay palabras que puedan consolaros el ahogo que produce el vacio de la ausencia, pero se que la luz que te guia que no es otra que la del corazon, sabra llevarte por el sendero de la serenidad para que la fuerza de Kurro sea un faro eterno de amor en tu caminar. Asi te lo deseo. Abrazos.
mis lagrimas han recordado a Xapis y a Black, mis anteriores cachorros que solo tuvieron tiempo de estar a mi lado un añito menos quince dias el primero y un añito y quince dias clavados el segundo… de eso hace ya mucho, pero aún les recuerdo y añoro, aún viven en mi corazón y mi mente… y a tantos perros que tuve cuando vivia con mis padres de pequeña… aiiii Pilo… cuanto te entiendo!!! pues mis lágrimas rodaban también por Kurro….
mil gracias por tus sentimientos, mil gracias por tus palabras,
mil gracias por todo lo que nos das sin pedir nada a cambio…
Kurro estará ahora sin dolor, viendote y esperandote como cada día. Solo debes esperar para volverle a ver… yo también seguiré esperando a tu lado en la distancia…
Mil besos mágicos para ti y para Kurro!!!
Pilo… estoy segura que Kurro estuvo en una de las mejores familias, para poder darle todo el cariño que le habeis ofrecido. Me apasiona ver que se les coje tanto cariño, siempre tuvimos animales en casa, muy variados, pero siempre ha habido perros, y se pasan muchas anecdotas con ellos, que aún con el tiempo dejan su propio camino, los queremos, y siempre los recordaremos, me emocionaste dulce Pilo, besos para todos, y para Kurrito un achuchón. 😉 Gracias
Yo también te entiendo Pilo… Eso que no presumo de ( animalera) pero una vez en casa me conquistan… Mi perra tiene 10 años… Y ni una arruga… Mis hijos dicen que es la reina de la casa… Igual que kurro, ella vigila todo lo que me pasa…
Un abrazo.
Que bien te entiendo Piliña. Un beso muy fuerte.
Su amor y su fidelidad fue infinita,era uno más de la familia, querido primo Kurro te echamos de menos.
Besos.B
It’s imperative that more people make this exact point.