Hay cosas que se nos escapan de nuestro alcance, que nuestra mente no acierta a comprender.
Actúan como aceite escurridizo que resbala sobre la piel de la comprensión…
Y damos vueltas a lo que seguramente es mejor dejar reposar para que no se mueva demasiado…
Y contamos hasta cien, hasta mil, pero no cuadran nuestras ecuaciones lógicas, y se descuadran los números de la paciencia…
Nada de lo pensado tiene sentido entonces…
Exteriorizar y expresar las incógnitas que nos azuzan con las personas a las que quieres resultará beneficioso…
Los silencios no son buenos frente a las dudas.
Quizá por ti mismo no encuentres soluciones, pero quienes te quieren pueden ayudarte a encontrarlas.
La vida no es fácil, y nosotros la complicamos aún más…
El caso es intentar encontrarnos con “claros” que nos acerquen a alguna pista -o ayuda-, para nuestra comprensión…
Pero cuando los encontramos viene la “negrura” y nos ciega de nuevo la visión.
¿Es nuestra vista realmente la que no enfoca adecuadamente?
No entendemos, y seguiremos sin entender, ciertas cosas que se nos escapan de nuestra percepción cotidiana…
El día a día puede ser nube que tape los destellos de un sol que no intenta iluminar…
Soplando con esperanza se puede quitar esa nube, seguro…
No intentemos sacar la calculadora de la lógica si no hay números suficientes para seguir contando mientras llegamos a nuestro objetivo: comprender lo que no se puede asimilar con la razón.