Recuerdos y añoranzas en una tarde de lluvia

      1 comentario en Recuerdos y añoranzas en una tarde de lluvia

Días lluviosos, tardes de nostalgia. La música de Supertramp evoca momentos inolvidables, segundos rescatados del reloj de mi vida, instantes teñidos con luz de alegría. Si los recuerdos pudieran hablar revelarían lo que solo mi silencio guarda para mí…
El teclado, una pantalla, y unos cuantos pensamientos, acompañan una tarde de lluvia; gotas rescatadas del olvido que esquivan la burlona soledad que asoma por mi mente. Hay palabras silentes que intentan escapar de mi conciencia. El silencio es ahora quien mejor habla; los recuerdos, también. Tarde de lluvia, añoranzas de tiempos pasados.
Gracias Félix por estar ahí. Gracias por tu apoyo en mi “soledad” por los “blojes”, y gracias por seguir mostrando un cariño impregnado de sinceras palabras. Que esa bondad tuya no cambie nunca.

Pilo
Pilar Cruz Gonzalez

Acerca de Pilo Cruz

No me gusta complicar lo que considero sencillo. Estoy en perpétuo estado de aprendizaje. Aún tengo muchos sueños por cumplir, y disfruto de los que ya soñé cuando anduve despierta. Aprendo cada día mirando a los ojos de quien me mira, escuchando palabras no habladas por mi, y sintiendo el sentir de los demás. Soy un aprendiz de la vida...

Un pensamiento en “Recuerdos y añoranzas en una tarde de lluvia

  1. Anonymous

    De Supertramp me quedo con la «Overtura del loco» «Full overture», otros secretos relativos a Supertramp ya los contaré.
    Ahora dejo una «justificación» a las amistades -silenciosas- es, quizás, de mi poeta preferido JOSE HIERRO. Disfrutarla.

    RESPUESTA

    Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.

    Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.

    Que tú me entendieras a mí sin palabras

    como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.

    Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,

    hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.

    Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,

    la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.

    Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.

    Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.

    Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,

    yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.

    Criatura también de alegría quisiera que fueras,

    criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.

    Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas

    y llorar en sus calles oscuras sintiéndote débil,

    y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,

    y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde…

    Si ahora yo te dijera

    que es tu vida esa roca en que rompe la ola,

    la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,

    aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,

    aquel niño que azota la mar con su mano inocente…

    Si yo te dijera estas cosas, amigo,

    ¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,

    qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?

    Y ¿cómo saber si me entiendes?

    ¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?

    ¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?

    ¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,

    poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?

    Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

    F.M.F. el cuarentón enmascarado.

    Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *