Cualquier cambio, que así consideremos como tal, en nuestro entorno, nos genera confusión, nos desorienta, nos causa dudas, quiebros, desconocimiento…
No controlamos la intensidad de ésa «nueva emoción»; nos sentimos frágiles e indefensos frente a ella, y recurrimos, como necesidad, al apoyo, cariño y comprensión de los nuestros, de aquellos que nos conocen y saben del recorrido de nuestro sentir.
Y vemos cómo la magia de las relaciones personales actúa como parche de calma ante unas palabras de entendimiento y comprensión por parte de las personas que nos quieren, a quienes nosotros también queremos.
Y vemos que ésa sensación de desasosiego se tranquiliza…Que el miedo inicial, causante del desconocimiento de una situación, se suaviza…
Y vemos, también, cómo se achica la grandeza de un problema que nos comía el terreno de la salud…Nos amoldamos a él, nos acomodamos y adaptamos como buenamente podemos, y nos acercamos a quien nos entiende desde la naturalidad, no desde la angustia.
Somos humanos, no dioses…
Ante la soledad del miedo busca la compañía de quien más te pueda llenar…
Verás que hay luz en esas sombras que cubren el techo de la vida…
HOLA PILAR; QUÉ RAZÓN TIENES; HA MI ME PASA CUANDO TENGO TENGO CAMBIOS EN MI VIDA ME DESANIMA;
POCO HA POCO ME ACOSTUMBRO Y YA SE PASA; QUE BONITO ESCRIBES; UN FUERTE ABRAZO;MILAGROS