Y llegó el veranito…

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Hay quienes se arriman a la vera del calorcito huyendo de los meses en los que el mordaz frío ataca al invierno. Quizás se haya esperado con impaciencia el aumento de las temperaturas, intuyendo que éstas serían benévolas con ciertas calidades de vida, otorgando un respiro a los dolores musculares contraídos con el frío del invierno.
…Y llegó el anhelado veranito. Podemos decir de una santa vez: adiós a los abrigos, bufandas y guantes. Ya no hay catarros originarios del “frío natural”. Ahora nos tocan los mocos y las faringitis propios de los aires acondicionados.

Baños de mar (con picaduras de medusa incluidas), exposiciones al sol y altas temperaturas que derriten hasta las ideas, son las máximas habituales que acompañan a las olas de calor. Cremas para la cara y el cuerpo, para la celulitis, cremas para antes del sol y para después del sol. ¿Alguna más? Cremas milagrosas que nos protegen de los efectos colaterales de la temida capa de ozono. Pero prosigamos con el pictórico cuadro enmarcado en el colorista verano. Piscinas saturadas de cloro (cualquier producto para desinfectar el agua resulta insuficiente. ¡A saber lo que se sumerge en ella!). Flotadores y cientos de niños salpicando al suplicante intento de darse un chapuzón. Tinto de verano, sombreros, chancletas y claras con limón, patatas bravas y kilitos repartidos por las diferentes zonas de nuestro cuerpo. Y es que cumplimentar una dieta sana y equilibrada en épocas de nieves, para que en menos de un mes la temida báscula muestre sin miramiento alguno kilogramos aliados a los “prohibidos” alimentos estivales, no beneficia para nada al espejo que nos acompaña a diario. Una tablita de ejercicios físicos (y que sea razonable para evitar taquicardias o mareos innecesarios), aliviará al fantasma de los remordimientos, aunque estaréis conmigo que en verano todo sabe mejor
Si, amigos, llegó la época estival: meses ansiados por muchos y odiados por otros, en donde se disparan también esos momentos familiares que tanto se añoran cuando el frío “los hiberna” a la espera de transformarlos en cálidos encuentros frente al veranito. Y es entonces, ante prolongadas horas de convivencia, cuando uno no sabe si era mejor tener congelados los afectos, y llevarse bien (con un puntito de “distancia fraterno familiar”), que disponer de tanta comunicación “cercana” ambientada con riñas, “excesivos” diálogos que no llevan a ningún “diálogo”, y con una patética falta de entendimientos generacionales. Agitamos pues, en nuestra coctelera de ilusiones veraniegas, todos los buenos propósitos que hemos ido creando para este momento, pensando que disfrutaremos así de un excelente combinado. Pero no nos damos cuenta de que antes de que lo agitemos con ese cuidado que requiere, se nos puede derretir el hielo, truncándosenos la oportunidad de paladear magnificas ocasiones añoradas meses atrás.

Unas simples gafas de sol oscurecerán cualquier claridad que pueda resultar demasiado molesta…Sería aconsejable meterlas en la maleta en la que se guardan los buenos augurios veraniegos.
Os deseo un feliz y pacificador verano a todos. Sin duda, es tiempo de disfrutar, aunque el espejo se ría de nosotros sin contemplación alguna. Ya tendremos tiempo para taparnos cuando llegue el «ansiado» invierno…
Pilar Cruz Gonzalez

Acerca de Pilo Cruz

No me gusta complicar lo que considero sencillo. Estoy en perpétuo estado de aprendizaje. Aún tengo muchos sueños por cumplir, y disfruto de los que ya soñé cuando anduve despierta. Aprendo cada día mirando a los ojos de quien me mira, escuchando palabras no habladas por mi, y sintiendo el sentir de los demás. Soy un aprendiz de la vida...

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