Agustín, un ejemplo de vida…

Un ejemplo de vida

La vida nos proporciona la satisfacción de encontrarnos con situaciones y personas que nos van a aportar sensaciones fuertes y gratificantes, y personalmente fue así.

Mi caso es un tanto especial, como especial fue conocer al que fuera durante casi un año, mi MAESTRO. Su vida se apagó, pero su luz continúa viva, impregnada en un grupo amplio de personas mediante el recuerdo de su generosidad como ser humano. Durante el tiempo que pude conversar con él, mientras le aplicaba las sesiones de TO,  me enseñó a valorar intensamente el don preciado de la vida. Con su ejemplo de fortaleza interna capté el significado de la palabra amor, y con mis ojos comprobé, en su persona, el arraigo, el tesón y la voluntad para que con unas capacidades vitales limitadas se enfrentara a la vida y a lo que le pudiera suceder. Con sus ojos hablaba cuando la palabra le abandonó, infundiendo un amor indescriptible, y con sus manos debilitadas daba todo aquello que su corazón le guiaba. Sin duda, un mensaje de amor para quienes estábamos a su lado, y para él mismo.

Doy Gracias al cielo por haberle podido conocer y aprender de él una magnífica enseñanza de vida. Hoy en día, sumida en la vorágine de la vida cotidiana, sigo recordando intensamente a la gran persona que fue, quien me dio tanto sin esperar nada a cambio (únicamente masajes apaciguadores y movimientos asistidos para paliar el dolor). Me demostró la importancia de aferrarse a la Fe, siendo para él lo básico a lo que uno se puede acercar cuando todo lo demás nos falla, aferrarse a las convicciones personales, a la luz interna que posee cada uno en su interior, a la columna vertebral de nuestra autoestima y nuestra dignidad. Conservando sus capacidades mentales, sabía a lo que se enfrentaba, lo exponía sin miedos, escuchándose al mismo tiempo que le escuchábamos los demás, para ganar mayor fuerza y credibilidad ante cada una de sus percepciones, y consiguiendo hacer ver, desde su particular ventana de la enfermedad, que las personas con ELA necesitan una lógica aplastante de la enfermedad, revestida de optimismo, rayando en la mentira piadosa….

Recuerdo su afán por luchar contra una enfermedad a la que se vio sometido repentinamente “la ELA llamó por mi calle y yo la cogí “.

Finalmente aceptó, asumió y comprendió que su destino no era otro que ése, que como a muchos, a él también le había llegado de esa manera. Defendió la dignidad con la que nos debemos tratar los seres humanos, y más entre aquellos que padezcan algún tipo de enfermedad, la cual no debe resultar impedimento para ser, por encima de todo, PERSONAS. En su situación supo “exprimir más el zumo de la vida”, ver la luz del sol, mirar una flor y percibir el hermoso color de su ropaje, los pétalos, cerrar los ojos y sentir el calor del hogar, el amor de la famita y el apoyo de los amigos.

El ser tan excepcional, y un ejemplo a seguir, era mi amigo AGUSTIN. Se fue con la mochila cargada de sabiduría y de amor. A quienes le quisimos, y seguimos recordando, nos dejó su ejemplo, su fuerza y su valentía. A personas que se encuentren en la misma situación que Agustín, les digo que ¡VIVAN! cada instante, que aprovechen los minutos de su reloj vital pues nadie somos dueños de nuestra propia vida, tan solo estamos de paso, pero que lo que vivamos sea intenso, llevado con dignidad y con amor. Que sepamos dar aquello que podemos, aunque nos parezca poco; posiblemente será intensamente válido. Que ayudemos a quien nos necesita, y que miremos fijamente a los ojos de cuantos sufren la  ELA, a sus familiares y cuidadores, porque a través de ellos podremos comprender los momentos por lo que pasan, y la lucha diaria a la que se ven sometidos. Acompañados de una enfermedad, o creyendo poseer una aparente salud, merecemos exprimir los cincos sentidos que nos ha dado la vida, merecemos sentir las emociones que día a día nos aportan LUZ a unas horas que pudieran estar tintadas con el triste color de los sufrimientos.

Como dijo Agustín: con la enfermedad aprendió que una simple flor se convierte en algo muy grande, pues permite disfrutar viéndola, aunque sea un instante. Disfrutar con las pequeñas cosas es en definitiva una sensación muy grande.

En la vida alimentamos nuestro ser gracias al amor, y las personas con Ela necesitan mucha ternura, atención y comprensión, un salvavidas familiar, terapéutico o de amistad, donde agarrarse fuertemente. Nadie estamos exentos de padecer una ELA, o cualquier otra enfermedad que nos limite, en un momento determinado de nuestra vida. A todos nos gusta que se nos disfrace la verdad con una chispa de mentira cuando una realidad nos inquieta; es difícil que un enfermo admita el engaño en cuanto a la información que se les dé sobre la enfermedad (a veces ese engaño es una autodefensa). Es mejor la información en pequeñas dosis para poder ir asimilándola.

Agustín nos dejó su mensaje sobre la enfermedad y lo que puedo escribir sobre ello es gracias a él. Su propósito era dar un pequeño TESTIMONIO, y que siempre se tendiera la mano a las grandes personas con Ela, que dentro de sus silencios se sienten totalmente indefensas.

A todos ellos mi respeto y mi comprensión.

Pilar Cruz González

( Terapeuta Ocupacional )