Va por ti, F, ¡Torero! Lo principal en tí son los valores que nacieron contigo; al igual que tus palabras y la forma en la que consigues lidiar una narrativa colmada de seductora “vidilla”, de emocionantes aventuras, e intrigantes paradigmas. Sé de muchos, tanto en esferas terrenales como en las celestiales, que se sienten orgullos de tu trabajo: bien pulido y con un magnífico resultado final. El Premio es tuyo.
Y ahora cambiemos de coso y piquemos al toro sin capote…Y te digo sin tapujos, con el corazón en la mano… ¡Cuanta razón tienes, y cuan buenos son tus consejos!…
Escribir es un arte, sin duda; expresarnos, como buenamente sepamos, o podamos, también.
En el arte de la comunicación hay quien utiliza los ojos para acometer su fin: una mirada habla sin que ningún otro órgano del cuerpo tenga que interceder en su ayuda. Otras personas, sin embargo, prefieren una comunicación con el registro de la boca: órgano sugerente donde los haya, transmisor de bondades y alguna que otra maldad (¿variedades del lenguaje?)
Hay quienes requieren de las manos para contactar con la persona que tienen de frente: el lenguaje de los signos. Por ejemplo, la expresión utilizando la mímica “llega” de una manera tan sencilla que niños, adultos o ancianos saben interpretar cualquier gesto gracias a una locución concreta del cuerpo. El gesto postural habla incluso por la vía médica: apoyados en un simple gesto, un terapeuta, médico o profesional sanitario, reconoce signos de salud o señales corporales de claros perfiles patológicos.
Hay quienes han de tocar: recurrir al tacto, siendo absolutamente respetuosos -¡Dios nos coja confesados!-, para conectar con la esencia del cuerpo, es decir, la energía, comprobando así que con “fulano o mengano” existe algún tipo de empatía o más bien un solemne rechazo. Energía corporal, que no cósmica (ése sería otro asunto a tratar).
Hay formas de escritura simple y cotidiana; una lectura amena, rápida y comprensiva es el resultado de ella.
Hay quienes buscan, y rebuscan, palabras con el fin de escribir y hacerse con la comprensión del lector. Como consecuencia: el amable leyente ha de recurrir a una mayor atención, y a una magnifica puesta en escena de sus “santos” 5 sentidos:
.- Tacto, pero con uno mismo: entender el texto sin llegar a creerse un absoluto inculto.
.- Olfato: para no volver a leer al autor por los siglos de los siglos. En la variedad está el gusto…
.- Vista: Ojos para retirar el libro de la estantería noble del salón, y en su defecto sustituirlo por una espantosa figurita de porcelana, o un marco de plata que muestre la consabida foto familiar: lo correcto. Pero la realidad es otra: carecemos de tiempo real para leer. ¿Acaso no hay un estupendo televisor de pantalla de plasma en el carísimo mueble de caoba que engrandece nuestro salón?
Prosigamos…
.- Gusto: que la lengua esté en buen estado para una óptima salivación: ésta ha de facilitarnos rapidez en el pasar de las páginas.
.- Oído ¿Alguien ha dicho, y no he escuchado bien, que he olvido alguno de los sentidos? “Atención” es lo que hace falta, en vez de soñar y soñar con la imaginación y adornar miles y miles de palabras que por sí solas, sin perfumados olores, son capaces de hacerse escuchar.
Misiva: Amigos escritores, borroneemos palabras, simple y llanamente, de manera que el lector tenga tiempo para tomar el sol, o mirar las estrellas, tumbado en supino, en actitud relajada, posición bien merecida como descanso de la vorágine, y no que ande oprimiendo su pensamiento con superlativos esfuerzos para comprender lo complejo de una frase que pudiera ser concisa a simple vista: “Escritura sencilla: Fácil comprensión”. No compliquemos lo simple.
…Y aquí me posiciono: humildad ante todo y entrega de claros sentimientos…Pido “perdones” a mis lectores, y “penitencias”, seas cuales fueren, por mis maneras lingüísticas, pero, una es como es, y rebusca, -aliándose con palabras recubiertas de abalorios-, entre los molestos estorbos del sótano del alma, algún código de firme optimismo. (¡Ya la he liado otra vez! ¿Verdad, F?)
Desnudemos las palabras; no las adornemos en exceso por el bien del paciente lector.
…Y para terminar me quedo con la frase que un día alguien menudo entonó: ”¡Antes muerta que sencilla!”
Besos, sin ornamentaciones, de una novatilla.
Gracias.
¿Ein?
Olé! y Olé!Tú si que sabes lidiar con las palabras, eres genial!!.
Besos-B
Sé que complico las palabras de lo que pudiera resultar una lectura fácil, pero me gusta hacer pensar al lector y no dar todo por hecho.
Leer y pensar es adentrarse en uno mismo.