Hoy me reencontré con mi prima, alguien a quien me une un cariño sincero. Sé que entre ambas hay trazados de vidas paralelas, situaciones con similares espejos emocionales, cariño y riñas entrelazados por los lazos con los que ata la sangre; recuerdos de una infancia vivida desde la ilusión, e instantes de adolescencia repletos de matices de colores, desde el más absoluto verde esperanza a la más triste opacidad. ¿Pudiera ser la añoranza de tiempos pasados un presagio de evocaciones innecesarias? ¿Pudiéramos ahorrarnos emociones intensas sumergidos en un recuerdo que tan solo significa una historia arrinconada en nuestra memoria? Desde luego, enfocándolo desde mi propia lente existencial, reconozco estar bien acompañada de ilusiones que fueron realidades en tiempos que abandonaron mi presente, hace muchos años, hechos aislados que pertenecen ahora a un “todo” emocional. No renuncio a lo que fui, a lo que viví y experimenté en esa línea en la que la vida se acerca a la niñez, periodos que marcaron mi personalidad para ser recordados hoy con la gratitud de haberlos podido vivir. Mi prima me acompañó en muchos de los recorridos andados con los zapatos de la inocencia, aquellos que no pisan el miedo y danzan al ritmo con el que se mueve la esperanza.
Reencontrarse con personas por las que se siente un cariño especial permite que la vida se aproxime a historias que nos hicieron reír, y también llorar, instantes rescatados del pasado que no se deben olvidar y que acompañan a la siempre sombra de los recuerdos.
Percibo, desde mi personal espacio terrenal, que hay líneas mágicas que nos acercan a otros sin que nos demos cuenta, enlazando cada uno de nuestros puntos vitales para hacer un trazado perfecto de años de amistad, cariño, tolerancia, respeto y confianza.
Reencontrarse con personas por las que se siente un cariño especial permite que la vida se aproxime a historias que nos hicieron reír, y también llorar, instantes rescatados del pasado que no se deben olvidar y que acompañan a la siempre sombra de los recuerdos.
Percibo, desde mi personal espacio terrenal, que hay líneas mágicas que nos acercan a otros sin que nos demos cuenta, enlazando cada uno de nuestros puntos vitales para hacer un trazado perfecto de años de amistad, cariño, tolerancia, respeto y confianza.
Es curioso como las personas necesitamos recurrir a los recuerdos con frecuencia. Tenemos la gran suerte de poder escogerlos, si es un recuerdo agradable, lo traemos a nuestra memoria con nostalgia y disfrutamos con ello, y si es un recuerdo desagradable, lo evitamos, incluso en ocasiones lo ocultamos o tratamos de borrarlo. Eso es lo bueno de los recuerdos, que sólo nosotros mismos los escogemos para revivirlos aunque sea en la memoria.
Una misma situación vivida por dos personas distintas, pueden ser recordada de manera diferente, mientras que para una puede ser una experiencia maravillosa, para otra puede ser amarga.
Dependiendo de los ojos con los que miremos esa realidad, evocaremos luego su recuerdo.
-B-
La verdad de mi verdad… La vida se escribe según el enfoque con que uno la perciba. Podemos ver maldad donde no la hay, dependiendo de las experiencias que hayamos vivido. También ver verdad encubriendo mentiras. Sea lo que fuere, nadie es quien para juzgar la vida del que tiene al lado, por mucho que crea que está en su derecho. Somos libres para actuar, para decidir qué hacer con nuestra vida, y de igual forma, debemos respetar al prójimo. Los recuerdos están escritos en la memoria del tiempo, y, por mucho que algunos nos duelan, no dejarán de existir. Evocarlos es cosa nuestra…
estoy de acuerdo