Creo que para escribir sobre la soledad no es imprescindible estar solo; sin embargo, para entender su significado, es conveniente aproximarse a ella. Quien se adentra en su misterioso halo y descifra su clave la comprenderá mejor, e inclusive podrá asumirla. En su compañía las palabras son mudas y el silencio intenso. Nos ofrece su mano amiga para caminar, nos abraza fuertemente para llegar a soñar, produce mudos sonidos en quien no puede hablar, enciende la llama apagada cuando alberga la falta de amistad, a veces se transforma en el frío de una gélida compañía, es amiga de los crepúsculos y de los amaneceres. Con un especial lenguaje transmite emociones varias, se hace indispensable en momentos de angustia, se sitúa a nuestro lado a pesar de huir de ella, y la buscamos si creemos necesitarla. En ocasiones, la silueta de la soledad empaña los cristales de nuestros sentimientos, impidiendo ver con claridad lo que quiere representar.
Existen soledades amigas y compañeras que traicioneramente se transforman en enemigas, partiendo el alma en dos, desgarrando el corazón. Hay soledades afables o intrusas, benevolentes y austeras, todas ellas con nombre propio frente a una específica situación personal.
Si hacemos un breve recorrido por la vida, comprobamos la habilidad que tiene de camuflarse debajo de nuestra piel para conseguir hacernos sentir. Por ello, cuando nacemos, nos envuelve una implícita soledad que incitará a enfrentarnos al cuadro de la vida, donde cada trazo se pincela con intensos colores. A lo largo de nuestro complejo caminar, podremos elegir una buena compañía, o se nos impondrá hacerlo con una buena dosis de soledad, necesaria en ocasiones y forzada en muchas otras.
En la niñez no podemos ni debemos estar solos, pues pudiera suceder que se sintiera el frío abrazo de la muerte, o que se dañara la incipiente personalidad, debilitando inevitablemente los frágiles sentimientos.
Al topar con la “temida adolescencia”, se busca una absoluta libertad individual, siempre y cuando esté bañada de una cierta necesidad de compañía. Se adopta la postura de ser falsamente independientes, y solo somos capaces de “comernos” el mundo, aunque en ocasiones sea mejor tener alguien a nuestro lado para ayudar a comérnoslo.
Situándonos en la edad adulta, albergamos el deseo de compartir sentimientos y aprendizajes que la vida nos ha ido ofreciendo, y rehusamos una triste y amarga soledad; somos generosos y necesitamos sentir una mano amiga que nos dé calor cuando el frío invada nuestro cuerpo. La dicha es fiel acompañante y comparte la alegría del nacimiento de unos hijos que irán creciendo bajo la firme protección de unos padres. Ellos siempre están cuando más se necesitan, desapareciendo sigilosamente al sentirse innecesarios.
Enfermedades, visitas continuadas a médicos, situaciones prolongadas de una desapacible soledad, la marcha de los hijos provocando un vacío inmenso en una casa que se derrumba frente al silencio de sus paredes, son las señales inequívocas del camino que nos acerca a una incipiente soledad. Nos fallan las fuerzas frente a una debilidad articular, muscular, o del alma. Quizás nos reconforten los silencios para evitar contar a gritos lo frágiles que somos. En una época nos comíamos el mundo y es ahora cuando comprobamos que es él quien nos traga hasta hacernos desaparecer. Los sentidos invitan a apearse, de forma paulatina, del medio en el que nos movemos. Es útil la compañía de un funcional bastón, no oímos el sonido de nuestras propias palabras y no vemos más allá de lo que intuyen nuestros ojos; se palpa el verdadero silencio, y saboreamos el gusto más amargo de la soledad.
Qué bello es llegar a ser abuelo estando rodeado de quienes tú quieres y quienes te quieren, apartando la soledad en ésta etapa de la vida, pues quien más amor nos dio es quien más lo necesita ahora, y justo es que se lo ofrezcamos, como nuestro mejor regalo.
La llama del fuego quema, pero la compañía de la soledad abrasa, porque puede ir acomodando sus formas con suavidad, intentando trasmitir conformidad, dentro de un cínico y siniestro engaño.
Al final de nuestro caminar, frente al último reflejo de la vida, nos encontramos con nuestra auténtica realidad: “la soledad”, aquella que trata de no abandonarnos nunca, poniendo especial empeño en erigirse en compañía hasta el final de nuestras vidas.
Impresionante Pilo, que preciosidad!!
Yo que ahora no tengo tiempo para la soledad, en ciertos momentos la añoro, aunque no cambio por nada del mundo la continua compañía de mi familia querida, en la que por cierto con tu permiso te incluyo aunque sea de una forma simbólica.
Un abrazo,un beso y gracias por escribir de esta manera.
Que bonitas palabras dices , acabo de leerlo, la soledad, y es como la misma vida real, a veces te as sentido como tu dices,sigue asi escriviendo, que a mi me gusta mucho ,asta me emociono con tus palabras, te deseo lo mejor un besazooooooo Milagros
Nosotros, humanos, somos seres solos… solo el amor. en todas sus formas. es capaz de mitigarla …
Gracias Pilo!!!
alguna rápida consideración:
«solos nacemos, solos morimos».
Para pensar un poco: no es lo mismo estar (vivir) solo que sentirse solo.
Conozco mucha gente que vive sola y nunca nunca se sienten solos.
Un abrazo para todos: acompañados-solos y solitarios-acompañados y tb solos-solitarios.
Pilo: por fin paso, aunque de puntillas, por la entrañable compañía de la, a veces, solitaria Aura.
Flx.
«Leonidas»… Aurita nunca está sola porque os tiene a vosotros, amigos-lectores, que siempre arropan sus sentimientos.
Y si, es mejor elegir soledades compañeras…que no sentir la soledad que agota la vida.
Yo no me siento sola, me pasa como a Aura…
Y, aunque aprendas a pisar de puntillas, agradézcote que hayas asomado la cabecita por estos lares tan familiares para ti.
Un beso, manso «leoncillo».
😉
“Quizás nos reconforten los silencios para evitar contar a gritos lo frágiles que somos”
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Pilo que bella frase y cuanta verdad hay en ella (…) los silencios (…) hay los silencios (…) en ellos nos refugiamos y vivimos por miedo a no ser comprendidos, sin darnos cuenta estamos inmersos en nuestra soledad, aun viviendo estando familiarmente arropados. Josep
Me ha encantado Pilo!!!…impresionante documento!!!…Cuanto mensaje, cuanta Psicología…Demuestras mucha sensibilidad y mucho bagaje emocional….
Sigue escribiendo…es tu arte!!!
Un beso.
Me ha encantado Pilo!!!…impresionante documento!!!…Cuanto mensaje, cuanta Psicología…Demuestras mucha sensibilidad y mucho bagaje emocional….
Sigue escribiendo…es tu arte!!!
Un beso.
Se ha duplicado el mensaje..será porque el texto es doblemente bueno…un saludo.