Hoy quiero dedicar esta “aureada” a la persona que me inspiró estas palabras, mi dulce amiga Isabel, la abuela de mi ahijadito Fernando, una mujer con una calidad humana excepcional…
Sé que ambas creemos en aquello que no es posible ver con los ojos de la mirada, pero sí con la mirada del corazón, del alma, espacios que ocupan el amor, la ternura, la sensibilidad, los silencios…
Gracias Isabel, de todo corazón. Eres un ser muy especial.
«Creo porque veo…
Veo, porque creo en cuanto veo…
Creo, porque tú crees en lo que veo…
Creo, aún sin ver…»
Veo, porque creo en cuanto veo…
Creo, porque tú crees en lo que veo…
Creo, aún sin ver…»