El «destino final» de quien conduce pensando en las musarañas es todo un “misterio”…
¿Por qué? …
Llegamos a nuestra “meta” guiados de la mano de… ¿un ángel? Pudiera resultar que ese “ángel” sea quien, indudablemente, invierta sus ocupaciones en llevar él mismo la dirección del volante, ordenar a nuestros piernas y pies el juego correcto de pedales para salvar nuestra vida, sin olvidarnos también de la vida de quien osa cruzarse con nosotros. Desconociendo realmente cómo hemos llegado, por dónde hemos ido, cuál fue el camino que tomamos, y qué música íbamos escuchando, si es que la radio estaba en función “on” –al igual que nuestro pensamiento activo-, lo cierto es que “llegamos”.
Tan solo un monólogo de ideas es quien requiere nuestra atención en el momento de la conducción…Aunque no debiera ocurrir así…¡es un hecho real como la vida misma! Pensadlo sino…Y si no lo recordáis, yo misma os ayudo a descubrirlo….
Es un pensamiento circulante que ni siquiera es consciente de si respeta las “señales” que nos advierten cómo conducir correctamente…¿Serán los ojos quienes tomen la autoría a éste respecto? ¿Habrá un acuerdo?: “Yo miro por ti, y tú sigue pensando en tus cosas”…
Pero…¿no se detiene ante un STOP? Acuerdo pactado entre una vista que marcha a cien por hora y un pensamiento que se toma la velocidad por su cuenta…
Nuestra mente es una superficie única pintada con franjas de ideas; los pies de nuestras reflexiones atraviesan los “cedas al paso” de temas variados a una velocidad prohibida. Son nuestras preocupaciones quienes cruzan por el “paso de peatones” con sumo cuidado, tomándose “su tiempo” sin pudor alguno.
Un “semáforo en rojo” advierte que debemos estar alerta, y detener en seco nuestro fluir de ideas.. ¡STOP, los peatones son mas importantes que nuestro “diálogo interno”! En ése momento, los quiebros pasan de inmediato a un “área de servicio” para descansar…
El “semáforo en verde” señala que avancemos, y por motivos que desconocemos, el piloto automático de nuestra cabecita se pone también en marcha y propulsa a la mente circular de nuevo frente al volante del coche.
Los “reflejos” son el “cinturón de seguridad” que nos protege en ése estado de cuasi “meditación”. Son ellos quienes nos ayudan a manejar las manos, los pies y los ojos.
Desgraciadamente, y digo bien, “desgraciadamente”, esto que manifiesto es una realidad que nos ocurre a la mayoría de conductores que nos ponemos frente a un volante con una cabeza repleta de problemas e historias que ocupan la mayor parte de nuestro tiempo. Pero también hay una realidad, y es que no podemos dejar de conducir así, aunque el “radar” de nuestra seguridad nos advierta que debemos dejar que todos los “sentidos” circulen debidamente.
Pisemos fuertemente el “freno” del pensamiento imprudente, pues no hacerlo nos puede ocasionar un choque frontal con el peligro.
MORALEJA: Evita usar el coche si hay demasiada circulación de ideas por tu pensamiento. En el transporte público vas a salvo tú, y el resto de los viandantes.
He aquí la opinión de una «atropellada». Tienes toda la razón… Si conduces no pienses, jeje!! Quiero decir, «en las musarañas».
Muy bien Pilo.
No sé cuanto hay de metafórico en tu escrito, pero me va, me, me va…
Un beso genio…